jueves, 24 de junio de 2010

Mi visión (o versión) del gobierno abierto

Mucho se está escribiendo sobre el gobierno abierto (open government, open gov u ogov para los angloparlantes).

Me gustaría hablar de mi propia visión o versión de esta filosofía, desde mi experiencia personal como trabajador de empresas privadas y administración autonómica y como interesado en el tema (que no experto) y, por supuesto, como ciudadano.

Para empezar me gustaría empezar analizando los criterios clave del gobierno abierto:
  • Transparencia: no sólo diciendo lo buenos que somos y lo bien que hacemos las cosas, es decir, haciéndonos publicidad sino, contando las cosas tal y como son, de forma aséptica, al estilo BOJA pero con mayores facilidades de tratamiento y explotación, incluso las que no hacemos tan bien o los malos resultados o fracasos porque eso nos dará CREDIBILIDAD. Personalmente, yo no me suscribo a una lista de distribución o un RSS o un grupo en una red social para que la administración me cuente sus logros y lo buena que és y me oculte la información que puede ser objeto de crítica o malestar. La primera vez que digas que te has equivocado, a la gente le sorprenderá y te pondrá a bajar de un burro pero habrás sentado las bases para que te crean.
  • Incluso en el ámbito interno de la organización, el tratamiento de la información y su difusión suele ser bastante tacaño incluso partiendo del respeto de la normativa que le sea de aplicación (principalmente en el caso de los datos de carácter personal). Quién no conoce un caso de Sistemas de Gestión del Conocimiento al que los usuarios que han de trabajar con los datos y a los que podría facilitarles enomemente la vida e incluso hacer mucho más eficiente su gestión, no pueden acceder (o, al menos, sin trabas). Personalmente yo conozco alguno.

  • Participación: una vez que el ciudadano, nuestro cliente, sepa lo que hacemos y cómo lo hacemos, es la hora de darle las herramientas para que opine y aporte su visión. Evidentemente, no se trata sólo de darle un paño de lágrimas. Tenemos que prepararnos para escucharlo y, sobre todo, para incorporar (en general) esa fuente de información a nuestro conocimiento como administración para procesarlo, explotarlo y hacer que evolucione nuestra forma de trabajar y los resultados que tratamos de proporcionar a la sociedad. Debemos dejar de ejercer la administración como un nuevo despotismo ilustrado: "Todo para el ciudadano pero sin el ciudadano", pretendiendo que la administración conoce lo que necesita el ciudadano incluso mejor que él mismo.

  • Colaboración: "Tu proyecto es mi prioridad y mi éxito". Y no sólo me refiero a la colaboración interadministrativa, que también es importante, sino a la colaboración como filosofía de trabajo dentro de nuestra propia organización, es decir sinergia. He visto a responsables de mi administración remover Roma con Santiago para intentar obtener una cesión de datos en un formato que les permitiera tratarlos para realizar su trabajo, datos que son suyos, en punidad, y considerando que dicha cesión no vulneraba ninguna normativa. Simplemente porque la respuesta por defecto es 'NO, por si acaso'.
  • Además siempre digo que una de las herramientas colaborativas más potentes es el CC en los correos electrónicos, en lugar de ocultar la información para obtener poder en función de lo que nosotros sabemos y otros no.
  • La gente debe de ser consciente de que un porcentaje de su tiempo de trabajo debe estar dedicado a proyectos que no son de su departamento y que pueden, incluso, ser incompatibles con sus prioridades o estrategias, obligándote a replantearlas y adaptarlas, cuando sea necesario. Si para sacar adelante tus proyectos debes contar con la colaboración de otros departamentos, debes igualmente plantearte que gran parte de tu tiempo debe dedicarse a colaborar en proyectos de otros, proporcionándoles los medios que, de otro modo, no estarían a su alcance y haciéndolos, así, tuyos también.

Además yo incluiría algunos factores más a tener en cuenta por su relevancia:
  • Sostenibilidad: evaluar riesgos y viabilidad tecnológica, económica y sobre todo política. El impulso de la alta dirección debe ser en primera instancia prudente y en segunda firme y constante, y lo que es más importante, la alta dirección debe ser consciente de la relevancia de ésto. Evidentemente, también hay que considerar la medioambiental (uso de papel, consumo energético, emisiones, etc.). Cuántas veces hemos visto proyectos que, de partida, sabíamos no llegarían a ningún lado por los riesgos que implicaban. ¡Cuánto dinero, tiempo, recursos, ilusión han quemado esos proyectos!

  • Permeabilidad: el gobierno abierto no sólo está en los grandes proyectos sino en los pequeños detalles del día a día. Los criterios de que hemos hablado deben calar a todos los niveles de forma que las decisiones cotidianas sean consideradas desde esa nueva óptica. El funcionario y el empleado público, en general, debe defender los intereses del ciudadano como si fueran los propios desde el escrupuloso respecto a la legalidad que conoce y domina. Este tipo de funcionario existe, yo conozco muy claros ejemplos, el problema viene muchas veces porque no dispone de los medios ni de la motivación para hacer de esa actitud su mayor prioridad. Hay que tener muy presente que el que hace la imagen diaría de la administración pública no es tanto el directivo como el funcionario y ya hay que empezar a desterrar de la mente de todos los típicos tópicos desfasados.

  • Proactividad (escucha activa): ya he oido un par de veces que si en el mismo texto incluyes las palabras sinergia y proactividad es un éxito seguro. Habrá que verlo. Ya en serio, no debemos esperar a que el ciudadano nos diga lo que quiere. Debemos ir a averiguarlo nosotros mismos y para ello valernos de las nuevas tecnologías emergentes (Web 3.0, redes ontológicas, Web semántica) en lugar de interminables encuestas con decenas de páginas y cientos de preguntas. Siempre me he preguntado si alguien llega a finalizar esos cuestionarios, personalmente soy incapaz. En mi opinión una unidad de encuesta no debería tener más de una página y una decena de preguntas. Si necesitamos recabar más información se debería estructurar en varias unidades, de modo que una persona tenga la opción, al menos, de contestar aquellos apartados en los que tenga mayor interés de forma independiente. Mejor es algo que nada y mucho más si ese algo se hace con interés.

Finalmente me gustaría poner de manifiesto otras cuestiones:

No gobernar "con traje": no vender nuestras soluciones a los ciudadanos sino darles lo que piden. El gobierno abierto no fluye desde la administración a los ciudadanos sino de los ciudadanos a la administración y esta última es la que debe estar abierta a la dinámica que se le exige, con criterio pero continuamente en cambio y transformación.

¿Es realmente necesaria la transparencia? El ciudadano demuestra contínuamente su capacidad de explorar la información que la administración no le proporciona o, al menos, no del modo más adecuado. Nunca se ha publicitado más el uso, al menos, cuestionable del dinero público en subvenciones que en la época que nos toca vivir en que los recortes del gasto público obligan a la bajada del sueldo de los empleados públicos. Lo que nos demuestra que Internet es una herramienta suficientemente potente para que, apoyada en la obligación de publicidad de la administración, aunque sólo sea a través de los boletines oficiales, desnudar todas nuestras verguenzas, si es que se las puede considerar tales. Luego: ¿qué hay que temer? ¿qué hay que ocultar? ¿qué podemos perder?