jueves, 24 de febrero de 2011

El paso de la democracia representativa a la democracia directa

Pintada en la puerta de un IES que encontré una mañana de camino al trabajo

Quizá, como demuestra la iniciativa del Parlamento Británico de la que leí hace poco en que se proponía la votación popular de propuestas de ley previo a su tramitación en el propio Parlamento, el nivel tecnológico de nuestra sociedad está en vías de alcanzar el punto de madurez que permita prescindir del sistema de partidos que tan pernicioso se nos demuestra día a día.

Basada en tecnologías asimiladas a la del DNI electrónico (que todo sea dicho aún puede mejorar y madurar un poco más tecnológica y normativamente).

Cualquier prueba o piloto que se vaya haciendo en el sentido del voto electrónico nos ayudará a caminar en la dirección correcta.

Si el poder corrompe, la soberanía popular no delegada es la mejor cura anticorrupción.

A mí personalmente no me importaría dedicar media hora diaria a revisar y votar las propuestas de ley, proponer enmiendas, plantear iniciativas que puedan convertirse en proyectos, etc.

En cualquier caso, si alguien prefiere asociarse, afiliarse y organizarse en colectivos con intereses comunes y, financiándose con las cuotas de sus propios afiliados, gestionar la delegación del voto de éstos, tampoco habría ningún problema.

Además no tendrías que atarte a esa asociación por periodos completos de 4 años, en el momento que se votara algo con lo que no estás de acuerdo, revocas la delegación y votas por ti mismo o te asocias a otro grupo.

De este modo acabaríamos con financiaciones dudosas, concesiones a cambio de apoyos políticos, politización de las administraciones y sueldos y prebendas extraordinarios, ¿o no?

Conste que no creo que se trate de un problema de políticos o de la clase política sino del propio sistema que da demasiado poder (y durante demasiado tiempo) a los representantes elegidos.

No me considero mejor persona que la mayoría de los políticos pero el sistema determina que, salvo excepciones, para llegar a un puesto de relevancia política hay que recabar muchos apoyos que, una vez alcanzada la posición reclamarán concesiones que pueden convertirse en privilegios, abusos, alegalidades y, finalmente, ilegalidades y corruptelas, con una gradación tal que se corre el riesgo de estar en la posición que siempre dijimos que jamás ocuparíamos sin apenas darnos cuenta.

Aún tenemos fresco en la memoria el discurso de un presidente de gobierno de un país extraordinariamente relevante en el que se pusieron todas las esperanzas del mundo. En ese discurso decía que iba a acabar con los grupos de presión ("lobbys" en inglés). Pues bien, aún no hay señales de que haya avanzado en esa tarea, al igual que en tantas otras. Más aún, recientes filtraciones que todos conocemos apuntan en otra dirección bien distinta.

Tampoco dice mucho a favor del sistema político actual que, a todas luces, sea más rentable electoralmente hablando (y no lo digo yo, se lo oí decir a Jordi Sevilla) poner a parir al rival político que llegar a acuerdos en materias de interés común.

Incluso podemos extraer un corolario de lo anterior que se cumple casi siempre, la oposición siempre estará más dispuesta a llegar a un acuerdo con el gobierno en una materia altamente impopular (que produzca un gran desgaste) y aún así le dará todas las vueltas que pueda antes para que el desgaste sea el mayor posible (véase la Ley Sinde) ya que sabe que el día de mañana sólo se recordará que esa materia la legisló el partido en el gobierno y no que fue con el apoyo de la oposición.

En cambio, jamás llegará a acuerdos en materias claramente beneficiosas para todos o populares porque es consciente que puntuarán más en el casillero del gobierno y antes de llegar a un acuerdo agotará todas las excusas posibles (pacto antiterrorista, pactos por el empleo, por revitalizar la economía...). De la misma forma que en el caso anterior, pero justo al contrario, las rentas electorales del pacto o el acuerdo irán para el partido en el gobierno y nadie se acordará que salieron adelante con el apoyo de la oposición.

No me digáis que no es para replantearse el sistema de partidos.

5 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo a que el sistema de partidos es replanteable y que hay muchas personas que NO necesitan representantes, y menos los que se auto-asignan determinados privilegios a sí mismo (tal como dietas abusivas o condiciones de jubilación absolutamente desproporcionadas con el resto de la población) (oigan, ¿quién les ha atribuido tal derecho?). Yo mismo empecé un artículo con el mismo tema que no terminé y exactamente la misma visión, y no creo que sea casualidad.

    Pero como se expresó en el artículo http://www.elpais.com/articulo/opinion/hay/corrupcion/Espana/elpepuopi/20090327elpepiopi_12/Tes creo que el problema es que hay demasiada politización en los servicios de la administración pública. Debería haber muchísimos menos puestos de libre designación así como un equipo estable que sea capaz de ejecutar una política determinada, y que NO dependa del gobierno de turno.

    Entre esa capa de michelines, la poca productividad por el alto nivel de absentismo y el bajo nivel de profesionalidad, el gasto excesivo producido por la euforia de ingresos anterior (llámese despilfarro), creo que necesitamos un milagro para poder volver la luz al final del túnel.

    ¡Ójala que aprovechemos esta oportunidad!

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  2. Como tú dices, no es casualidad que (sin habernos hablado en años) lleguemos a las mismas conclusiones desde perspectivas diferentes de la administración.

    Ojalá pudiéramos promover la presión necesaria para poner en marcha los cambios que son, a todas luces, improrrogables.

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  3. La verdad es que ya imaginaba que no sería una idea original (no soy tan pretencioso) pero es curioso no obstante: http://www.partidodeinternet.es/

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  4. Yo no me fío.
    Es más. No me fiaría.
    Me explico:

    Utilizar la tecnología de telecomunicaciones para gobernar un país es dejar en manos de sistemas gestionados por personas la determinación del resultado de una consulta. Cuando ésta sea por ejemplo de qué color deben ser los semáforos, ahí no habrá intereses en juego (exceptuando quizá al lobby de los pigmentos...) Pero ¿y si lo que se pregunta es si salimos de la OTAN?

    ¿Alguien me puede asegurar a mi que mi voto no va a ser manipulado por un grupito de hackers a sueldo del pentágono?

    No seamos ingenuos: El sistema de gestión del voto podrá ser todo lo seguro que se quiera, pero al final siempre hay alguien que debe conocer cómo funciona esa seguridad y siempre hay alguien dispuesto a pagar por reventarla.

    Por eso, en las elecciones "normales", los resultados se gestionan contando papeletas, se envían por procedimientos telemáticos y ¡Las papeletas se guardan en un sobre con indicación de colegio, seccion y mesa en un juzgado! (Por si hay que volver a contarlas).

    En la gestión electrónica del voto no hay más recuerdo que las copias, también electrónicas, de lo votado y todo está accesible instantáneamente.

    Lo dicho. No me fio.

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    1. Todos los sistemas son manipulables, de hecho ya me he planteado alguna vez si no estarán ahora manipulando las elecciones, caso de que les haga falta porque como tienen la sartén por el mango y pueden manejar (y lo hacen) a su antojo la ley electoral...

      Esta claro que, si se adopta un sistema así, habría que hacerlo con las garantías necesarias y estoy seguro de que son viables. Si a la vez mantienes a un poder judicial independiente, de verdad, que es el que debería velar por el cumplimiento de la ley la cosa tiene más sentido.

      El único problema de la tecnología es que permitiría desmontar muchos chiringuitos y, claro, eso, a los dueños de los chiringuitos, no les acaba de convencer.

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